Libros de Chary Ca

Portada de Quiero respirar

Quiero respirar

Autor: Chary Ca

Temática: General

Descripción: Ahora que la cosa estaba sosegada aprovecharía para descansar un rato, en urgencias nunca se sabía que podía suceder. Camino a la sala de descanso no pudo evitar mirar hacia el despacho de Nando, vinieron a su mente las imágenes de ese fatídico día de hace escasamente un mes. Era principios de Enero. Su amiga Ro, que trabajaba en una agencia de viajes, la había convencido para que reservara en Altea Alicante una habitación en el hotel Spa VILLA GADEA. Cuando saliera de la guardia recogería a Nando y se irían juntos hacia Altea. Él pensaba que irían a celebrar una comida de cumpleaños con sus padres. Por eso aprovechó un parón en la sala de urgencias para ir a descansar, tenía que reponer fuerzas para la gran noche que le esperaba con su amor. Decidió que descansaría en el despacho de Nando. Cuando abrió la puerta del despacho se quedó petrificada, el corazón se le rompió en mil pedazos de golpe y sus pulmones se negaban a recibir aire para respirar. Allí frente a sus ojos estaba su Nando follándose a la residente, el mismo que esa mañana le había hecho el amor y le había susurrado al oído que ella era la razón de su existencia. ¡Menudo cabrón! Lo acababa de pillar follando duro con esa niñata residente que se estaba cepillando a medio hospital. El ruido de su móvil al caer al suelo hizo que Nando se percatara de su presencia. Como pudo se apartó de la residente y se subió los pantalones. Para entonces, Mandy había podido hacer llegar aire a sus pulmones y había dado la orden correcta a sus piernas para poder salir corriendo de ese lugar. Justo al salir se tropezó con Andrés, su residente de segundo año, que la cogió antes de que ella cayera al suelo. —Jefa, ¿qué pasa? ¿De qué huyes así? En ese momento Nando los había alcanzado ya. —Mandy por favor, deja que hablemos. Ella miró a Andrés y le dijo con la voz más templada que fue capaz de conseguir. —Dile que no quiero saber nada de él. Y dicho esto se dirigió hacia la cafetería. Estaba tomando un poleo—menta para aplacar las náuseas que le estaban dando con solo pensar en lo que acababa de presenciar, cuando llegó de nuevo Andrés. —Jefa me dio esto para ti, se te cayó en la huida, ¿quieres hablar? —No Andrés, gracias. Estoy mejor, déjalo, hay que seguir trabajando. Acabó la guardia lo más dignamente de lo que fue capaz, en algún momento, los ojos se le llenaban de lágrimas y la rabia la comía por dentro, pero sus niños eran lo primero y por ellos fue capaz de aguantar el tipo hasta el final. A las nueve de la mañana salió del hospital y no sabía a dónde ir ni qué hacer. Solo tenía una cosa clara, no volvería a vivir con él Se quedó pensando donde podría ir… Sin darse cuenta estaba en la puerta de casa de Patricia. Sabía que su amiga madrugaba y su novio ese fin de semana estaba en una convención de Karatecas, por lo tanto estaría sola. A casa de Ro no podía ir pues era sábado y estaría con Alberto y con la niña disfrutando de su fin de semana. A Julia ni de coña, seguro que estaba aún en la cama con el pibonazo de turno que se hubiera tirado la noche anterior. Pat estaba desayunando tranquila y disfrutando la nueva trilogía erótica que estaban leyendo todas a la vez. Les gustaba tener su propio club de lectura y leer juntas la misma novela. Luego comentaban y babeaban con el impresionante protagonista que salía en ellas. Pulsó el timbre. Pat abrió y vio a Mandy con la cara desencajada y los ojos rojos de tanto llorar. Soltó un grito ahogado y abrazándola la metió para dentro. La llevó hasta el comedor y la hizo sentar en el sofá. —Mandy, perla, ¿qué pasó? ¿Qué te ocurre? Ella no podía contestar, estuvo llorando sin poder articular palabra. Pasado un rato por fin respiro hondo y dijo en voz alta la temida frase. —ACABO DE PILLAR AL CABRÓN DE NANDO FOLLÁNDOSE CONTRA LA PARED A LA RESIDENTE. Decir esa frase en alto fue como si el filo de un cuchillo le cortara las entrañas. —¡Joder con el cabrón! —dijo Pat—. Pero tú no te preocupes corazón, todo se va a solucionar. Inmediatamente puso un mensaje en las SEX para una terapia urgente de tequila, eso era justo lo que necesitaba Mandy. Así era como las chicas combatían sus heridas de guerra. A la media hora Ro se presentó en casa de Pat, por suerte Alberto no trabajaba los sábados y se había podido quedar con Aitana, su niña de tres años que estaba un poco pachuchilla. A los diez minutos sonó el timbre de nuevo y apareció Julia con su melena rubia, larga, ondulada y sus piernas de vértigo. —Vamos a ver, qué coño es tan urgente para que tuviera que tirar de mi cama al pibón del stripper que me puso anoche mirando a Cuenca. —¡Joder, Julia! Córtate un poco guapa —la amonestó Pat.

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